AVATARES DEL PERIODISMO

Siempre los hombres sintieron la necesidad de expresar y compartir sus ideas, opiniones, obras de arte, reclamos, descubrimientos y toda actividad que contribuya al progreso. Los primeros, que vivían en cavernas, lo manifestaron con dibujos en la piedra.
En el año 400 a. C los romanos usaban rudimentarios moldes de arcilla que permitían la impresión de algunas hojas. Pero el mayor salto cualitativo se produjo en el año 1440 , cuando Johannes Guterberg inventó la imprenta con tipos móviles. Es decir, tipografías en plomo, letra a letra que van formando la escritura en un compaginador. La lectura de libros llegó a manos de todos los hombres y mujeres del mundo. El más leído hasta hoy es la Biblia con 3.900 millones de ejemplares impresos.
La nueva tecnología permitió además el surgimiento del periodismo que evolucionó lentamente en sus soportes técnicos a niveles que hoy sorprenden. De las viejas máquinas de escribir se pasó a las computadoras y a sofisticados sistemas de escritura e impresión. Hoy, hasta con un diminuto teléfono se puede escribir y compartir un texto o una imagen con cualquier lector del mundo.
Solo los principios inspiradores siguen siendo los mismos, inalterables en el tiempo. Informar la verdad, defender la libertad y todos los valores que enriquecen el espíritu. No importa porqué medio, ya sea impreso o digital. El valor está en lo que se escribe.
Por supuesto, siempre hubo reacciones intolerantes y a lo largo de la historia se han manifestado con crímenes, atentados y todo tipo de ataques. Hoy no me referiré a ellos que son harto conocidos -como los que sufrimos en La Voz del Interior en enero de 1975- y he elegido anécdotas ocurridas en Traslasierra, menos dramáticas y que recuerdo con una sonrisa.
El primer periódico impreso
Ocurrió en la localidad de San Pedro, departamento San Alberto, donde vivía uno de mis ancestros, don Justiniano Segundo Recalde Cortés (1873- 1930). Era un hacendado muy respetado de la zona, lleno de inquietudes cívicas que canalizaba en actividades sociales y en la política. Por su casona pasaron destacados personajes de la vida nacional. A él le tocó ser el orador en el sepelio del Santo José Gabriel Brochero, su amigo (27 de enero de 1914).
Inquieto como pocos, fue el fundador del primer periódico del oeste de la provincia. Lo llamó “El Horizonte” y tenía algunas páginas impresas con tipografía móvil. Su hija Lucila (tía Lucha) me mostró un ejemplar que cuidaba como un tesoro. Y me contó algunas historias que he rescatado.
Por la precariedad de los recursos técnicos se imprimían unos pocos ejemplares. Para suplir el “bajo tiraje”, un grupo de niños se encargaba de hacerlo circular en carácter de “prestado”. Lo llevaban casa por casa y debían esperar en la puerta hasta que los suscriptores los leyesen y devolvieran para seguir el circuito.
Pero ocurría que en determinados días, en el curso de las horas el “tiraje” iba mermando por la reacción intempestiva de algunos lectores cuando eran mencionados en una nota que los desmerecía. Los más prudentes directamente los rompían o quemaban. Los mas ofuscados mandaban con los niños mensajes tales como: “Decidle a don Justiniano que lo venga a buscar él, se lo devolveré ´envueltito´ para que no se rompa cuando se lo pierda en el c…”.
Un golpe de K.O
Siendo muy joven, al comenzar el secundario, ingresé a trabajar al diario Nuevos Rumbos, de Villa Dolores. Para la impresión se usaban tipos móviles y una ruidosa máquina plana. Éramos solo dos los escribas (junto con el profesor Ramón Díaz) y debíamos ocuparnos de todos los temas. A mí me tocaba hacer hasta el horóscopo, lo que me permitía “orientar” a la chica que me gustaba para que se fijara en mí. “Un joven delgado y bajo está muy enamorado de Usted. No deje pasar esta oportunidad tan favorable, ni tome en cuenta la pobre figura del admirador”. Todo marchaba viento en popa hasta que se avivó el director y me prohibió aplicar mis interesados dones astrológicos.
Tempranamente conocí la “censura” o la teoría del “lawfare”, para hablar en términos mas actuales.
En otra oportunidad el director del diario había creado una sección muy ingenua dividida en dos títulos bajo una viñeta que los identificaba como Sintonía y Descarga. Obviamente, en la primera ponía una noticia o acción digna de destacar y en la otra la que merecía una crítica.
Por esos años se realizaba en Villa de las Rosas el Festival Nacional del Tabaco y la comisión era presidida por un vecino, alto, fuerte y de pocas pulgas. Y parece que en “la previa”, en un asado compartido con los músicos contratados, el anfitrión tomó de más. Y a la noche, al leer el discurso inaugural, cometió innumerables errores.
El director eligió el tema para la columna “Descargas”, aludiendo a las causas de los desvaríos. Al día siguiente, el malogrado orador se presentó en la redacción, saludó amablemente y con fingida urbanidad preguntó: ¿Podré hablar con el señor director? Este lo escuchó y respondió gentil “pase, adelante”.
La visita entró, cerró la puerta y al instante escuchamos un ruido sordo y luego otro que sonaba a una caída. Al minuto vimos que el aludido en las “descargas”, salía de la sala y con la misma serenidad con la que entró nos dijo: “que tengan buenas tardes señores, muchas gracias”.
Entonces corrimos a la oficina y encontramos al director en el suelo, con un ojo en compota y mirada de nocaut. Lo auxiliamos con hielo y un vaso de agua. Por las dudas, nos ordenó silencio de radio. Temía que vuelva más ofuscado que antes. El tema no pasó a mayores y se superó con un apretón de manos. Pequeñas historias de pueblo.
RRamón Recalde
(En la ilustración, Justiniano Segundo Recalde Cortés y su diario El Horizonte. (Fotografías del sitio web San Pedro, su historia y su gente).